Los celos son un estadio relativamente normal que hay que superar y no tienen importancia sin son circunstanciales y pasajeros, pero hemos de prestarles atención cuando alteren la convivencia y el desarrollo normal del niño o sean persistentes y no remitan pasados los cinco años de edad. Si se perpetúan pueden conducir a un desajuste en las relaciones interpersonales. Frente a este problema existen distintas líneas de intervención:
1) Prevención: Es el medio más sencillo, natural y eficaz de evitar la reacción celosa.
2)
Fortalecer la autoconfianza del
niño, así como el sentimiento de seguridad personal evitando hábitos de
comparar afectos, pertenencias, capacidades.
3)
Educación de la afectividad basada
en la cooperación, la confianza en los demás, el altruismo y en una visión
positiva de las relaciones humanas y ofreciendo modelos familiares
consecuentes.
4)
Modificación de conducta: reforzando
conductas positivas e incompatibles con la reacción de celos e ignorando las
inadecuadas.
5)
Reatribución cognitiva: Ayudar a
discriminar y comprender las verdaderas causas de los problemas y de los
éxitos, de los afectos y las reprimendas. Esto se consigue con técnicas
específicas pero también a través del diálogo razonado y de la coherencia de
nuestras actuaciones.
¿Qué
conductas acompañan a los celos?
- Mi hijo me desobedece. El niño celoso, se muestra
desobediente para fastidiar a los padres y obtener su atención.
- Mi hijo reclama mi atención. Es común que el niño
celoso interrumpa y se muestre alborotado cuando está atendiendo al niño
pequeño. Las formas más habituales de reclamar atención son: revolotear
alrededor de la madre, interrumpir constantemente la actividad de los
padres o hacer alguna trastada.
- Mi hijo se muestra más retraído. El niño se
muestra inseguro y temeroso, motivo por el cual se refugia en su mundo,
donde se encuentra cómodo, reguardado y seguro.
- Mi hijo siempre llora. El incremento del llanto y
de las rabietas es una forma de presionar a los padres y reclamar su
atención.
- Mi hijo come y duerme mal.
- Mi hijo molesta a su hermano.
- Mi hijo pega a su hermano. Normalmente, lo hacen
para llamar la atención de sus padres.
- Mi hijo parece un bebé. Este comportamiento
responde a una imitación que hace el hermano mayor del pequeño, pensando
que de esta forma logrará la atención y el cariño de sus padres.
Los
padres no deben sentirse necesariamente culpables del comportamiento celoso de
sus hijos. Deben preocuparse más de prevenir o encauzar estos comportamientos.
Ante un niño celoso, los padres no pueden adoptar una actitud demasiado
permisiva ni excesivamente represora. No corregir la conducta celosa, supone
que enseñan al hijo que ciertos sentimientos de envidia y de odio pueden estar
justificados o que compararse con los demás es lo normal. Pero una atención
desmedida, puede contribuir a prolongar una conducta sin importancia.
Los
padres deben tratar de implantar en los hijos actitudes más cooperativas y
menos competitivas. La formación de actitudes cooperativas en los hijos pasa
por educarles en la solidaridad y el altruismo. Desde pequeños deben aprender a
ser generosos, a compartir aquello que tienen. Esto hacemos cuando les
enseñamos a prestar sus cosas, a colaborar, a responsabilizarse y cumplir con
el encargo que se le ha hecho y del que probablemente depende el bienestar de
los que le rodean. Otras actividades que no deben faltar consisten en solicitar
y conseguir algún pequeño favor para el hermano más pequeño; ayudarle en las
pequeñas dificultades que pueda tener; enseñarle a solucionar los problemas que
se le presentan de manera que sea él mismo, a través de la ayuda que recibe, el
que los resuelve, etc.
También
debe aprender a escuchar, conocer los proyectos y juegos de los otros y
colaborar con ellos, tolerar otras peculiaridades y aficiones aunque sean muy
innovadoras o discrepantes de las que para él son usuales, es decir,
desarrollar el gusto por todo lo que sea instructivo y ayude a la convivencia y
al respeto por un sano pluralismo.
Todas
las anteriores son actitudes cooperativas en las que es necesario educar a los
hijos, no importa la edad que tengan con tal de que el contenido de las
actividades que aprenden se ajuste a su edad.
Algunas
pautas útiles:
- Jugando a recordar anécdotas
familiares. Los niños celosos suelen pensar que no son
apreciados por sus padres. Para cambiar estas convicciones los padres
deben gastar mucho tiempo, haciendo excursiones con ellos, estando a su
lado tratando de escucharles o participar con ellos en los hobbies que
tengan. En otras ocasiones bastará con que los padres recuerden a sus
hijos celosos lo bien que se sentían de pequeños cuando ellos les
sonreían, jugaban o les ayudaban a resolver sus pequeños conflictos y dificultades.
- La educación en la afectividad. Para educar en la afectividad no basta con manifestar el afecto
de la misma forma que para la educación de los hijos en la música, en el
deporte, etc., no basta con que los padres manifiesten sus habilidades
musicales, deportivas, etc. Si el afecto se entiende como un bien escaso y
limitado, por el que es preciso competir para alcanzar la parte deseada,
no es extraño que el niño desarrolle una especial capacidad hacia la
contabilidad afectiva, vigilando las dosis que reciben cada uno de sus
hermanos. La educación afectiva del niño celoso debe ser abierta, de
manera que se le pueda mostrar una pluralidad de valores. De esta forma,
comprenderá que si él se siente superior en esto o aquello en relación con
su hermano, este en cambio es muy superior a él en otras cualidades
diferentes. De otro lado, la pluralidad de valores amplía el horizonte
educativo y motivacional del niño.
- No hacer comparaciones
- Prestar atención al mayor y
hacer que lo hagan los demás. Dedicad
al día un tiempo exclusivo para el niño, de 10 – 15 minutos. El niño puede
esperar este tiempo y confiar en él.
- Reforzar los comportamientos
que implican cooperación, afecto, cuidado, etc. El refuerzo debe ser inmediato y adecuado al comportamiento que
se está reforzando.
- No “pasarle” todo al pequeño. Muchas veces el pequeño se aprovecha. Puede molestar al mayor
destruyendo sus realizaciones y este reaccionar con violencia. No
reprender muy fuertemente al mayor, no consolar mimosamente al pequeño,
reñir al pequeño suavemente para que sea más cuidadoso y ayudar al mayor a
rehacer su construcción.
- No hacer caso a las conductas
celotípicas. Primero, se aplica la extinción a este tipo
de conductas para, posteriormente, reforzar los comportamientos
incompatibles.
- Juego. Involucrar a los hijos en actividades lúdicas que supongan
interacción en el sentido de cooperación, respeto y tolerancia. Deberá
supervisarlos un adulto para resolver las fricciones que puedan surgir. La
finalidad es enseñar a los niños a ejercitar habilidades y resolver
conflictos que suelen surgir en la relación fraterna.
- Enfatizar las ventajas de ser
mayor. Mostrar la variedad de experiencias que
ofrece la edad en relación al pequeño.
Referencias:
Excmo.
Ayuntamiento de Priego de Córdoba (s.f.). Orientaciones sobre los celos
infantiles. Obtenido el 8 de abril de 2010, de http://www.aytopriegodecordoba.es/Escuela_Padres/PE_Ninos_celos_infantiles.pdf?raiz=Priego-Educa
Ortigosa,
J.M. (2002). Mi hijo tiene celos. Madrid: Pirámide.
Fuente del artículo PsicoValencia