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domingo, 30 de junio de 2013

CELOS INFANTILES PAUTAS QUE PUEDEN AYUDAR A RESOLVERLOS/MINIMIZARLOS



Los celos son un estadio relativamente normal que hay que superar y no tienen importancia sin son circunstanciales y pasajeros, pero hemos de prestarles atención cuando alteren la convivencia y el desarrollo normal del niño o sean persistentes y no remitan pasados los cinco años de edad. Si se perpetúan pueden conducir a un desajuste en las relaciones interpersonales. Frente a este problema existen distintas líneas de intervención:



1) Prevención: Es el medio más sencillo, natural y eficaz de evitar la reacción celosa.
2) Fortalecer la autoconfianza del niño, así como el sentimiento de seguridad personal evitando hábitos de comparar afectos, pertenencias, capacidades.
3) Educación de la afectividad basada en la cooperación, la confianza en los demás, el altruismo y en una visión positiva de las relaciones humanas y ofreciendo modelos familiares consecuentes.
4) Modificación de conducta: reforzando conductas positivas e incompatibles con la reacción de celos e ignorando las inadecuadas.
5) Reatribución cognitiva: Ayudar a discriminar y comprender las verdaderas causas de los problemas y de los éxitos, de los afectos y las reprimendas. Esto se consigue con técnicas específicas pero también a través del diálogo razonado y de la coherencia de nuestras actuaciones.

¿Qué conductas acompañan a los celos?
  • Mi hijo me desobedece. El niño celoso, se muestra desobediente para fastidiar a los padres y obtener su atención.
  • Mi hijo reclama mi atención. Es común que el niño celoso interrumpa y se muestre alborotado cuando está atendiendo al niño pequeño. Las formas más habituales de reclamar atención son: revolotear alrededor de la madre, interrumpir constantemente la actividad de los padres o hacer alguna trastada.
  • Mi hijo se muestra más retraído. El niño se muestra inseguro y temeroso, motivo por el cual se refugia en su mundo, donde se encuentra cómodo, reguardado y seguro.
  • Mi hijo siempre llora. El incremento del llanto y de las rabietas es una forma de presionar a los padres y reclamar su atención.
  • Mi hijo come y duerme mal.
  • Mi hijo molesta a su hermano.
  • Mi hijo pega a su hermano. Normalmente, lo hacen para llamar la atención de sus padres.
  • Mi hijo parece un bebé. Este comportamiento responde a una imitación que hace el hermano mayor del pequeño, pensando que de esta forma logrará la atención y el cariño de sus padres.
Los padres no deben sentirse necesariamente culpables del comportamiento celoso de sus hijos. Deben preocuparse más de prevenir o encauzar estos comportamientos. Ante un niño celoso, los padres no pueden adoptar una actitud demasiado permisiva ni excesivamente represora. No corregir la conducta celosa, supone que enseñan al hijo que ciertos sentimientos de envidia y de odio pueden estar justificados o que compararse con los demás es lo normal. Pero una atención desmedida, puede contribuir a prolongar una conducta sin importancia.
Los padres deben tratar de implantar en los hijos actitudes más cooperativas y menos competitivas. La formación de actitudes cooperativas en los hijos pasa por educarles en la solidaridad y el altruismo. Desde pequeños deben aprender a ser generosos, a compartir aquello que tienen. Esto hacemos cuando les enseñamos a prestar sus cosas, a colaborar, a responsabilizarse y cumplir con el encargo que se le ha hecho y del que probablemente depende el bienestar de los que le rodean. Otras actividades que no deben faltar consisten en solicitar y conseguir algún pequeño favor para el hermano más pequeño; ayudarle en las pequeñas dificultades que pueda tener; enseñarle a solucionar los problemas que se le presentan de manera que sea él mismo, a través de la ayuda que recibe, el que los resuelve, etc.
También debe aprender a escuchar, conocer los proyectos y juegos de los otros y colaborar con ellos, tolerar otras peculiaridades y aficiones aunque sean muy innovadoras o discrepantes de las que para él son usuales, es decir, desarrollar el gusto por todo lo que sea instructivo y ayude a la convivencia y al respeto por un sano pluralismo.
Todas las anteriores son actitudes cooperativas en las que es necesario educar a los hijos, no importa la edad que tengan con tal de que el contenido de las actividades que aprenden se ajuste a su edad.
Algunas pautas útiles:
  • Jugando a recordar anécdotas familiares. Los niños celosos suelen pensar que no son apreciados por sus padres. Para cambiar estas convicciones los padres deben gastar mucho tiempo, haciendo excursiones con ellos, estando a su lado tratando de escucharles o participar con ellos en los hobbies que tengan. En otras ocasiones bastará con que los padres recuerden a sus hijos celosos lo bien que se sentían de pequeños cuando ellos les sonreían, jugaban o les ayudaban a resolver sus pequeños conflictos y dificultades.
  • La educación en la afectividad. Para educar en la afectividad no basta con manifestar el afecto de la misma forma que para la educación de los hijos en la música, en el deporte, etc., no basta con que los padres manifiesten sus habilidades musicales, deportivas, etc. Si el afecto se entiende como un bien escaso y limitado, por el que es preciso competir para alcanzar la parte deseada, no es extraño que el niño desarrolle una especial capacidad hacia la contabilidad afectiva, vigilando las dosis que reciben cada uno de sus hermanos. La educación afectiva del niño celoso debe ser abierta, de manera que se le pueda mostrar una pluralidad de valores. De esta forma, comprenderá que si él se siente superior en esto o aquello en relación con su hermano, este en cambio es muy superior a él en otras cualidades diferentes. De otro lado, la pluralidad de valores amplía el horizonte educativo y motivacional del niño.
  • No hacer comparaciones
  • Prestar atención al mayor y hacer que lo hagan los demás. Dedicad al día un tiempo exclusivo para el niño, de 10 – 15 minutos. El niño puede esperar este tiempo y confiar en él.
  • Reforzar los comportamientos que implican cooperación, afecto, cuidado, etc. El refuerzo debe ser inmediato y adecuado al comportamiento que se está reforzando.
  • No “pasarle” todo al pequeño. Muchas veces el pequeño se aprovecha. Puede molestar al mayor destruyendo sus realizaciones y este reaccionar con violencia. No reprender muy fuertemente al mayor, no consolar mimosamente al pequeño, reñir al pequeño suavemente para que sea más cuidadoso y ayudar al mayor a rehacer su construcción.
  • No hacer caso a las conductas celotípicas. Primero, se aplica la extinción a este tipo de conductas para, posteriormente, reforzar los comportamientos incompatibles.
  • Juego. Involucrar a los hijos en actividades lúdicas que supongan interacción en el sentido de cooperación, respeto y tolerancia. Deberá supervisarlos un adulto para resolver las fricciones que puedan surgir. La finalidad es enseñar a los niños a ejercitar habilidades y resolver conflictos que suelen surgir en la relación fraterna.
  • Enfatizar las ventajas de ser mayor. Mostrar la variedad de experiencias que ofrece la edad en relación al pequeño.
Referencias:
Excmo. Ayuntamiento de Priego de Córdoba (s.f.). Orientaciones sobre los celos infantiles. Obtenido el 8 de abril de 2010, de http://www.aytopriegodecordoba.es/Escuela_Padres/PE_Ninos_celos_infantiles.pdf?raiz=Priego-Educa
Ortigosa, J.M. (2002). Mi hijo tiene celos. Madrid: Pirámide.

Fuente del artículo PsicoValencia

¿EN QUE CONSISTE EL SÍNDROME DE ASPERGER?






El síndrome de asperger es un trastorno con causa desconocida que afecta de 3 a 7 niños de cada 1000, siendo más frecuente en el sexo masculino. La importancia de dar a conocer este trastorno se encuentra en que el pronóstico es mejor si la intervención es temprana y adecuada.





El síndrome de Asperger es un trastorno generalizado del desarrollo que se caracteriza por:

1. Limitación significativa de la actividad social
  • Se relaciona mejor con adultos que con sus iguales.
  • Les cuesta entender las reglas de los juegos y casi siempre quieren ganar.
  • Falta de empatía.
  • Tienen más rabietas de lo habitual y presentan reacciones emocionales exageradas.
  • El colegio suele ser una fuente de conflictos con sus compañeros y puede ser objeto de burla y/o abuso.
  • Es inocente socialmente, no sabe cómo actuar ante las situaciones.
2. Dificultades en la comunicación
  • No suele mantener el contacto ocular.
  • Interpreta las frases literalmente, por lo que tiene problemas para entender chistes, bromas…
  • Puede hablar en un toco alto, peculiar y monocorde. En ocasiones, utilizan un lenguaje pedante e hiperformal.
  • Les cuesta mantener una conversación larga. Tienen tendencia a realizar monólogos sobre sus temas de interés y presenta dificultades para respetar el turno conversacional.
3. Dificultades motoras
  • Tienen problemas de coordinación motora. Esto hace que no les gusten determinadas actividades deportivas, como, por ejemplo, jugar a la pelota, hacer gimnasia, etc.
  • Presentar problemas para vestirse, abrocharse los botones, etc.
4. Presencia de temas de interés absorbentes y limitados.
  • Tiene una serie de intereses restringido. Dedica tiempo a buscar información sobre ese tema y pregunta obsesivamente por el mismo.
  • Presenta tendencia a mantener rutinas, por ello, le gusta que su entorno sea predecible.
  • Repite compulsivamente ciertas acciones o pensamientos.
  • Tiene un pensamiento rígido siendo difícil hacerles cambiar de opinión.
En el síndrome de Asperger, no hay una alteración en el desarrollo del lenguaje, tal y como ocurre en el autismo, y tampoco aparece retraso en el desarrollo cognitivo, en la mayoría de los casos, tiene una inteligencia normal e incluso, un porcentaje de ellos, superior a la media. Estas dificultades en implican un deterioro en la vida social de los afectados por este síndrome, que se manifiesta en distintos contextos como son, por ejemplo, en la escuela o en la propia familiar.
Los alumnos con SA (síndrome de Asperger) tienen un estilo de aprendizaje diferente, puesto que presenten un pensamiento más visual. Por ello, les resulta más fácil memorizar imágenes que palabras. Por otro lado, también presentan déficits en la planificación y la toma de decisiones, dificultades a la hora de comprender información abstracta, y problemas de atención. Otra cuestión a tener en cuenta es que para los alumnos con SA el colegio es un ambiente estresante, porque tienen que atender, comportarse adecuadamente, etc. Las dificultades en la interacción social hacen que sean blanco fácil de burlas y que les cueste tener amigos. Algunas estrategias que podemos usar en el aula:
  • Pactar momentos de aislamiento y proporcionar técnicas de relajación.
  • Educar a los compañeros sobre cómo responder a su inhabilidad social y utilizar a un compinche para ayudarle en el patio.
  • Usar ayudas visuales (horarios, agendas, mapas conceptuales, lista de actividades).
  • Enseñar conductas sociales (historias sociales…).
  • Separar las tareas en pasos más pequeños.
  • Enseñar técnicas de estudio basadas en la memoria visual.
En el ámbito familiar, antes del diagnóstico pueden aparecer sentimientos de confusión, ansiedad,…etc. Tras el diagnóstico la familia puede tener distintas reacciones (shock, negación, tristeza, rabia…). Con el tiempo suele llegar a aceptarse la situación y es en ese momento, cuando estamos en el camino para poner soluciones. Una tarea muy importante que debe abordar la familia es la de enseñar al niño con SA ciertas habilidades sociales y emocionales que otros niños aprenden intuitivamente. Para ello, será necesario explicarle las normas sociales y lo que se espera de él de forma explícita, cómo su conducta afecta a los demás y enseñarles a ponerle palabras a las emociones. Se pueden realizar algunas actividades como poner caras en el espejo, hacer un diccionario de emociones, colección de frases hechas, etc. Otro problema que aparece es la dificultad para adaptarse a los cambios. Para ello, la familia deberá anticiparse a los cambios y explicar lo que va a suceder, se puede utilizar un tablón de anuncios, horarios, calendario…
Para cuidar de una persona con SA son fundamentales 4 cosas:
  • Previsibilidad.
  • Estabilidad.
  • Respeto.
  • Paciencia.
Referencia bibliográfica:
Wing, L. (1982). Autismo infantil. Aspectos médicos y educativos. Madrid: Santillana.

Fuente: Psicovalencia